martes, 16 de junio de 2009

“¿Tiene la agricultura orgánica-ecológica implicaciones para el bienestar psicológico y social?”
Por: Dr. Gerardo Estrada Ferrer
Artículo redactado por el Dr. Gerardo Estrada Ferrer y pronunciado por la Profesora Dalma Cartagena ante la Asamblea del Municipio de Orocovis, Puerto Rico el 24 de abril de 2007. (La Profesora Cartagena es Agrónoma y dirige un proyecto piloto de Agricultura Orgánica con sus estudiantes en Orocovis.)

Múltiples estudios científicos realizados alrededor del mundo han demostrado que el contacto con la naturaleza provee infinidad de beneficios físicos, emocionales, psicológicos y espirituales. Más aún, desde que se conoce de la existencia de la especie humana, ésta vivió y evolucionó totalmente inmersa en la naturaleza silvestre.

Para esta presentación es preciso acentuar que la salud física no puede verse desligada de la salud emocional y la dimensión espiritual. Muchos/as psicólogos/as recientemente, conscientes de las implicaciones positivas del contacto con la naturaleza en la salud integral y holística de las personas, hemos comenzado a incluir como parte de nuestro trabajo psicoterapéutico, terapias, ejercicios y talleres en los que nuestros/as participantes estan en contacto pleno con la nauraleza. Los resultados positivos ya se observan y además se ha observado que éstos han tenido implicaciones favorables para la recuperación planetaria. Tal cual si la sanación de la persona repercutiera en la sanación del Planeta.

Particularmente, a través de las experiencias de trabajo con huertos orgánicos-ecológicos las personas pueden experimentar una dinámica simbiótica entre ellos/as y la naturaleza, de interdependencia e interconexión que devuelve y amplia el sentido de identidad y pertenencia, lo que a su vez estimula el fortalecimiento de la autoestima y el auto-concepto.

Nuestra sociedad experimenta hoy una crisis de identidad, y valorativa, que se traduce en una crisis comunitaria y social, la cual está estrechamente relacionada al desarrollo moderno y tecnológico industrial. No propongo una sociedad anti tecnológica, imposible, la tecnología es parte de nuestra evolución, la palanca y la rueda son tecnología. Sin embargo, todo desarrollo que aparta a la persona de su entorno natural, es una amenaza para su crecimiento y desarrollo.

La horticultura como terapia se ha implementado en instituciones carcelarias tanto de mujeres como hombres en y fuera de Puerto Rico. Estos/as programas han demostrado que las personas pueden alcanzar a través de las experiencias agrícolas, sentido de motivación para el cambio y la transformación, sentido de responsabilidad personal y social, motivación para la integración y participación del desarrollo social, además de que la experiencia les permite encontrarle sentido a su experiencia carcelaria y hace del proceso de “encierro” uno menos difícil. Además, este tipo de ejercicios se ha utilizado para trabajar con problemas de adicción, de conducta, de estado de ánimo, entre muchos otros. Según reseñó recientemente (3 abril 07) Cruz Maisonave en el periódico El Vocero, un grupo de personas que cumplían sentencias en la Institución 945 de Guayama, junto a participantes de un Hogar Crea fueron parte de los equipos de trabajo en la creación del Jardín Botánico de Caguas, experiencia que generó beneficios tanto personales como comunitarios y sociales, los cuales pueden ser constatados en dicho proyecto.

Por otro lado, en los talleres de agricultura orgánica y terapia hortícola que he ofrecido tanto a niños/as como adolescentes, éstos/as han expresado que esta experiencia les ha provisto bienestar emocional, físico, psicológico y espiritual, además de la oportunidad de desarrollar una mejor relación con la Madre Tierra. Según lo han expresado algunos/as jóvenes: “mientras trabajaba la tierra sacaba de dentro de mí el coraje”, “fue un encuentro con el yo interior”, “fue como volver a casa”. Esta experiencia que tiene un impacto a nivel personal y espiritual, tiene también, indudablemente, un impacto a nivel familiar, comunitario, social y planetario. Esto confirma además la cosmovisión propuesta por muchas sociedades tradicionales de que la persona es parte de la naturaleza y que una vez la persona puede lograr consciencia de esa conexión innata, es posible recuperar el bienestar, la armonía y el balance perdido. En este sentido, debo acentuar nuevamente que el bienestar físico no esta desligado del bienestar psicológico o espiritual, y que el bienestar humano tampoco se puede desligar del bienestar planetario.

Pero, ¿qué implicaciones tiene en particular la agricultura orgánica?
Por un lado, la agricultura industrial, de monocultivo y no ecológica, caracterizada por el uso de yerbicidas, pesticidas y otros productos sintéticos, que responden a un orden capitalista-industrial, es uno de los mayores problemas ecológicos a nivel mundial, incluso en Puerto Rico (aunque hasta este momento no ha sido reconocido por las autoridades gubernamentales). Por otro lado, este modo de producción agrícola presenta una amenaza para la salud física, emocional y psicológica tanto de los/as agricultores/as, como de los familiares de éstos/as y de las comunidades aledañas a estos cultivos. Muchas de estas comunidades hoy día han quedado en el olvido (incluso en Puerto Rico); muchos de estos/as agricultores/as enfrentan callados/as y atemorizados/as junto a sus familiares sus padecimientos de cáncer, alergias, erupciones, problema neurológicos y psicológicos entre otros, lo cual en definitiva ha afectado su capacidad laboral y económica, su estabilidad emocional y psicológica. Esto, inexorablemente, impacta a la comunidad, a la sociedad y planeta: la persona impacta a la sociedad y la sociedad a ésta, premisa básica de la psicología social.

En un estudio exploratorio independiente que he comenzado a realizar con agricultores/as y sus familares en Puerto Rico ha sido asombroso encontrar una infinidad de personas que padecen hoy de cancer, alergias, erupciones, problemas respiratorios, psicológicos y emocionales entre otras condiciones; y lo más lamentable es que muchos otros ya han muerto...
Una de las mayores frustraciones que enfrentan estas personas y sus familias es reconocer que nunca se les informó de las repercusiones negativas del uso de herbicidas y pesticidas sintéticos. Muchos/as nunca han recibido una compensación de sus patronos, y sus médicos/as no han relacionado su enfermedad al uso de herbicidas ya que en Puerto Rico no se han realizado estudios al respecto (al menos al momento no los he encontrado). Sin embargo en EU., América Central, América del Sur y en otros países del mundo se ha demostrado a través de estudios científicos que el uso de estos productos sintéticos esta relacionado con las enfermedades antes mencionadas además de otros problemas físicos como abortos expontaneos, nacimientos con malformaciones, hasta problemas emocionales y psicológicos.

Algunos de estos problemas emocionales o psicológicos son el efecto del sentido de frustración e impotencia por causa de las enfermedades y de conocer las pobres expectativas de vida, pero muchas otras son el efecto directo de alteraciones en los sistemas nerviosos o endocrinos. Desde la neuropsicología se conoce que tanto el sistema nervioso como el endocrino trabajan en comunión para regular y controlar las reacciones emocionales, psicológicas, cognitivas y conductales. De hecho, el sistema endocrino se ha relacionado al control de las reacciones emocionales de autopreservación como el miedo y el coraje.

Por otra parte, según Moyra Bremner en un artículo reseñado en la revista “The Ecologist”, se ha encontrado que niños/as que nacieron de madres que estuvieron en contacto con pestididas mostraron más adelante en su desarrollo, un índice mayor de ejecuciones académicas pobres (coordinación, memoria, creatividad, dibujos fragmentados) comparados/as con aquellos/as que nacieron de madres que no estuvieron expuestas.

Luego de conocer este panorama es muy poco alentador saber que muchas agencias gubernamentales y federales en Puerto Rico apoyan y estimulan el uso de yerbicidas y pesticidas.

En este sentido debemos preguntarnos, ¿cuánto daño podríamos causar a un país, a una nación si utilizamos métodos que pueden alterar el sistema nervioso y/o endocrino de sus habitantes, así como provocar nacimientos con deformaciones? Por el contrario, educar a nuestros hijos/as por medio de la agricultura orgánica-ecológica es un medio ideal para que aprendan a cuidar y respetar sus cuerpos, mentes y espíritus, a sus familias y comunidades. Esta dinámica a su vez, puede estimular un sentido de confianza hacia nosotros/as sus cuidadores y el sentido de esperanza en otras personas, elemento necesario para el desarrollo pleno de una sociedad.
Desde la psicología del desarrollo se conoce que nuestros/as hijos/as, desde las etapas tempranas de desarrollo, están muy concientes de su ambiente y de cómo este puede afectarle. Si no generamos un ambiente seguro para su desarrollo, aportamos indudablemente al sentido de desconfianza, miedo e inseguridad en sus cuidadores, maestros/as y guías. Se ha confirmado científicamente desde la psicología que los/as niños/as que se desarrollan en un ambiente percibido por éstos como peligroso, hostil y de violencia tienden a presentar problemas de autoestima, baja ejecución académica, pobres destrezas interpersonales, pobre ajuste social y problemas de conducta, entre otros.

El trabajo en huertos orgánicos-ecológicos de dimensión no industrial, es decir familiar, comunitaria o escolar, permite la integración y cohesión familiar, permite un espacio para la resolución de conflictos, promueve la integración comunitaria y un escenario único para el aprendizaje experiencial en múltiples dimensiones. Esto a su vez permite recuperar el sentido de comunidad que nuestra sociedad ha perdido.

La oportunidad de trabajar en una siembra orgánica-ecológica provee a las personas la oportunidad de entender y vivir el orden biológico y natural de la vida misma y a su vez, cuestionar a nivel psicológico múltiples contradicciones sociales y políticas a través de las cuales ha girado y se ha sustentado la agricultura de explotación industrial. Esto tiene un efecto significativo en el desarrollo de la formación de la identidad personal y colectiva de nuestros jóvenes y de apoderamiento individual, comunitario y social.

Por otro lado, el trabajo de agricultura ecológica-orgánica permite un despertar de conciencia ecológica y aporta a la recuperación del Planeta, evitando la deforestación y craeando espacios agrícolas saludables. Al apoyar y estimular estos proyectos enviamos el mensaje a nuestros/as niños/as y a la población en general de que estamos trabajando por un mundo mejor y eso indudablemente genera un sentido de bienestar psicológico, emocional y de confianza.

El trabajo con composta, esencial en la agricultura orgánica y ecológica, además de aportar a resolver el problema de la basura en nuestro país, permite desarrollar también la noción de interrelación e interconexión con la Tierra y entender el orden natural y biológico. A nivel psicológico, emocional y espiritual provee múltiples paralelismos y metáforas sobre la vida humana a través de las cuales las personas pueden entender que lo que consideramos basura y desechos es en realidad materia orgánica que puede ser transformada en alimento, energía y vida para la Tierra y para nosotros/as.

Esta propuesta es un llamado para que participemos de un nuevo orden individual, social y planetario que no es nuevo para muchas sociedades tradicionales y que ha demostrado científicamente que es la única salida al devacle personal y ecológico histórico que enfrentamos. No obstante para lograrlo, es imprescindible adoptar una nueva cosmovisión que nos permita rescatar la espiritualidad que se encierra y emana de la naturaleza, la cual ha permitido a millones de indígenas alrededor del mundo, a través de la historia, sobrevivir en total armonía con su entorno. Debemos pues, desarrollar una nueva forma de sentir, pensar y relacionarnos con otros/as humanos/as, con la Tierra y con todos los organismos no humanos con los cuales convivimos y de quienes dependemos totalmente para sobrevivir...

Muchas Gracias.

Dr. Gerardo Estrada Ferrer
Psicólogo Clínico

Ecopsicólogo y Psicoterapeuta
En Aibonito, Puerto Rico,
24 de abril 2007


(Todo material literario y/o fotos contenido en este "blog" son propiedad intelectual del Taller Retornando a Nuestras Raíces y el Dr. Gerardo Estrada Ferrer. Está prohibido su uso, adaptación y/o reproducción parcial o total sin la previa autorización escrita del Dr. Gerardo Estrada Ferrer.)

1 comentario:

Sofía Arrebol dijo...

Me parece fascinante el enfoque que están dando al tratamiento de múltiples trastornos que nos alejan. Justamente volver a las raíces, en un mundo tan artificializado, resulta una maravillosa senda de sanación, de reencuentro entre la humanidad y la Madre Naturaleza.

Sofía Hernández
Antropóloga, estudiante Terapia Hortícola, Chile.